miércoles, 17 de agosto de 2011

La Luna llena

La luna llena.
Era una noche de verano hacía un calor insoportable y en el cielo se divisaba una enorme luna llena. El había tenido que salir de viaje y ella estaba acomodada en el sofá intentando refrescarse con el aire acondicionado.
Mientras él iba en el coche conduciendo, mantenían una conversación telefónica:
- Estas segura de tomar esa decisión?, ¿crees que con él serás feliz?, ¿y me lo tienes que decir por teléfono?, No te atreves a hablarme mirándome a los ojos? –preguntaba él con voz triste y dolorido, aunque no quisiera aparentarlo.
- Totalmente, es algo que tengo que hacer y no puedo seguir así, -respondió ella intentando ser decisiva.
El no sabía que decir ni que pensar, la cabeza le daba mil vueltas y optó por terminar la conversación colgando sin decir ni una palabra más.
Ella se quedó triste, esperando que él la comprendiese, tenía los sentimientos encontrados, por una parte quería y deseaba hacer lo que estaba haciendo pero en el fondo tenía una gran sentimiento hacia él.
Unos instantes después, ya en la cama, ella recordaba los momentos y vivencias que habían pasado juntos, sabía que había muchos más momentos buenos que malos, momentos maravillosos; mientras derramaba lagrimas que caían a la almohada.
Pero ya era hora de olvidarlo, quería borrarlo de su mente y de su corazón, no valía la pena seguir con una relación que podría no tener futuro.
Algunos meses después ella se enteró de que él salía con otra mujer. En un primer momento sintió alegría, merecía ser feliz, después de todo lo que le había hecho.
Pero esa alegría le duró muy poco, los celos no dejaban que ella pudiera estar contenta con ese hecho. No había dejado de pensar en él en todo este tiempo.
Estaba sentada en su terraza miraba la luna, la luna llena que tanto le gustaba a él. De repente sintió algo en su interior, una tristeza inusual, como si el corazón le hubiese dado un vuelco. Salió de casa corriendo, no sabía por qué, pero subiéndose al coche, como si alguien la dirigiese, llegó hasta la puerta del hospital, en ese instante llegaba una ambulancia.
Bajándose del coche los pasos la llevaron hasta esa ambulancia de la que estaban bajando una camilla con una persona a la que de momento no llegó a reconocer. Cuando se acercó miró entre dos sanitarios y pudo comprobar que se trataba de él. Se quedó paralizada, no entendía nada, era como si todo se hubiese quedado en silencio y que el tiempo se ralentizaba. Ella quería acercarse, pero los sanitarios Intentaban alejarla, en un momento ella se escabulló y se acercó todo lo que pudo y entonces pudo verlo bien, él la miraba y le tendía la mano para que ella pudiera cogerla. Los sanitarios pararon un momento y dejaron de forcejear intentando separarla. Ese contacto con su mano le hizo recordar que ese era el hombre que había amado y que seguía amando. ¿Porqué se daba cuenta ahora?.
Los sanitarios siguieron su camino hacia la entrada de urgencias permitiendo que ella siguiera agarrada a su mano. Él haciendo un esfuerzo esbozó una sonrisa y susurró su nombre. A ella se le saltaron las lagrimas – No te esfuerces, te pondrás bien, verdad como sales de esta….
- Me quedé mirando a la luna y pedí un deseo “verte de nuevo”, apenas se le entendía.
- Si yo también estaba mirando la luna y me estaba acordando de ti.
- Te quiero…susurró sin apenas fuerzas..
Lo sanitarios lo entraron en la sala de urgencias y ella se tuvo que quedar fuera.
No le dio tiempo a decirle que ella también lo amaba, que no había dejado de pensar en él, se sentía una idiota por haberlo alejado de su vida, y ahora él estaba entre la vida y la muerte.
Se enteró por los sanitarios que había tenido un accidente de tráfico y que estaba muy grave.
En la sala de espera no podía estar quieta, deambulaba de un lado a otro y las lágrimas se resbalaban por su rostro, no se podía creer lo que estaba pasando.
Pasada media hora, entró una enfermera en la sala de espera llamando a los familiares (de momento tan solo estaba ella), ella respondió y la enfermera le comunicó la noticia. -No habían podido hacer nada por él, había fallecido-. Ella apenas si se podía mantener en pie. Dejaron que lo viese por última vez, y se abrazó a él con fuerza como queriendo traerlo de nuevo a la vida. –Nos volveremos a encontrar le susurró al oído, sabiendo que ya no podía escucharla, que ya no volvería a mirarla a los ojos, con esos ojos que la hipnotizaban, que cambiaban de color con el estado de ánimo.
Ella sintió como un soplo en su nuca, pero al darse la vuelta nadie estaba detrás y en cambio ella lo sentía. Sentía ese aliento en la nuca, lo sentía a él, al amor de su vida a ese amor del que se alejó y que ahora se daba cuenta de cuánto lo quería, precisamente en una noche de luna llena.