lunes, 31 de octubre de 2011

Cuento triste

Había un hombre que pasaba junto a un vivero donde había una serie de plantas y flores. Ese hombre pasaba frecuentemente al lado del vivero y se fijó especialmente en una de las flores, la que más destacaba por esa época.
La flor tenía otras a su alrededor más pequeñitas y por lo tanto no llamaban la atención del hombre.
Un día entra en el vivero y le pregunta al jardinero si le vende la flor en la que se había fijado, una vez llegado a un acuerdo, el hombre se lleva la flor a la que cuida con todo su cariño. Por circunstancias que no vienen al caso, el hombre se tuvo que ir a trabajar a otra ciudad, volvía cada año con su flor a su localidad.
Año tras año, cuando pasaba por el vivero veía a las flores que quedaron allí, que iban creciendo.
Hasta que un año, al pasar por el vivero, algo de una de las flores que había ido viendo crecer, le llamó la atención. La flor en cuestión cuando creció se fue con otro jardinero, seguramente enamorada de él, sabiendo que al final ella sería la que tendría que cuidar del jardinero. Pero ahí estaba ella, no le importaba y lo hacía con cariño, con amor.
El hombre cada vez que volvía a la ciudad, intentaba ver a la flor, aún sabiendo que ya pertenecía a otra persona, aunque quizás no fuese la flor más bonita, ni la más llamativa, el hombre la veía diferente, para él destacaba entre las demás, como destaca la estrella que más brilla en una noche despejada.
Poco a poco se fue enamorando de la flor, cuando se encontraban, la miraba de una forma especial, el corazón le latía con más fuerza cuando estaba a su lado, pensando que ella lo escucharía.
Después de varios años enamorado de la flor, los sentimientos afloraban, cada vez que la veía, tenía una sensación extraña, cuando hablaba con ella se le hacía un nudo en la garganta, hasta que un día el alma, le dio el valor suficiente para contarle sus sentimientos hacia ella. Por supuesto el previamente lo había reflexionado mucho, sabía de los inconvenientes, de los pro y los contras, de que ella pertenecía a otro jardinero, de que él mismo tenía su propia flor, que la propia flor lo rechazara de lleno, que quedase como un idiota, pero el no podía guardar estos sentimientos, se los tenía que contar, le tenía que decir que el amor no tiene dueño. Además él tampoco quería ni que ella dejase de cuidar a su jardinero, ni él mismo descuidar a su propia flor. Tan solo quería compartir ese amor, decirle cuan importante era para él, expresarle todo lo que sentía por ella, que estaría dispuesto a todo por ella….
El amor le nubló la razón, no pensó que quizás ella no quisiera saber nada de esos sentimientos, que se conformaba con su vida actual, que no necesitaba ser amada, ser querida ser extrañada, que su corazón no tenía espacio para recoger ese amor.
El por el contrario sin escucharla, proseguía con su intención de mostrarle su sentimientos, de darle todo su amor, intentando convencer a la flor que tenía amor suficiente, que quería compartirlo con ella, que esperaba muy poco a cambio, comprensión, charla, quien sabe, un poco de amor correspondido, una caricia, un beso escondido….

La flor, que pensaba con la razón y no con el corazón, no accedía, quizás por miedo, por no hacer daño?.
Pero que clase de miedo podía tener?
Que daño podrían hacer?
Que daño pueden hacer un jardinero por cuidar de su flor preferida, y ella por deshacerse de los pétalos marchitos y volver a renacer?
Qué miedo puede tener esa flor?, que el hombre no lo llega a imaginar.
Él está ahí para protegerla de la fuerte lluvia, de la tormenta si la hubiese, el implacable sol, además sus espaldas son fuertes para proteger a la insuperable flor de cualquier otra situación.
Pero pudiera ser otro tipo de miedo.
No obstante por más que el hombre la requería, ella con el corazón frío, no le respondía.
Qué puede significar ese silencio frío, que entumece el corazón del hombre enamorado?.
Ella le decía que responder no, no quería, porque con el no, daño le haría.
Por el contrario si afirmativamente respondía qué ilusiones el hombre se haría?.
Mientras tanto el hombre afligido se encontraba pues posiblemente con sus poemas sin querer a la bella flor presionaba.
Qué dilema más grande, porque si la flor no siente amor y lo dice, el hombre sufre con dolor, y si el amor del hombre es correspondido y la flor lo niega por temor, No será esto mucho peor?.
El hombre sabe que en su alma, hay un suspiro sabe que hay un mar en su cabeza.
Y ese mar está turbulento porque las olas agitadas no te dejan ver el horizonte de peligro exento.
Que quiere la bella flor?, morir lentamente Sin ser feliz como en el poema de Neruda:
Muere lentamente quien evita una pasión
y su remolino de emociones,
emociones que regresan el brillo a los ojos
y restauran los corazones.
Muere lentamente quien no es feliz y no
arriesga lo cierto y lo incierto para
ir detrás de un sueño
quien no se permite, ni si quiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos..
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!


Este cuento que al final se ha vuelto poema, podría tener un final feliz, al menos no será porque el hombre no lo intenta, esperando que la flor le corresponda…